Wednesday, July 29, 2020
SP -- LARRY ROMANOFF -- Replantar el sueño americano. "Su USA es hoy la nación más odiada del mundo". ¿Por qué?
Por Larry Romanoff
29 de julio de 2020
Publicado por primera vez
el 22 de enero de 2020
Hace algunos años, David
Ignatius escribió un artículo en el Washington Post titulado "Replantar el
Sueño Americano" (1), en el que hablaba de haber viajado por el mundo como
corresponsal extranjero hace unos 35 años, y de cómo creía que como americano
llevaba una especie de bandera blanca, presumiblemente de pureza y superioridad
moral, lo que significaba que él -siendo americano- era "diferente",
y que "el mundo lo sabía".
A continuación, observaba
con abatimiento que los Estados Unidos estaban lentamente "haciendo trizas
el tejido que define lo que significa ser americano", que los americanos
son considerados ahora como "hipócritas que se jactan de sus valores
democráticos pero que se comportan sin ley y con desprecio por los demás".
Su premisa básica era que los Estados Unidos, y los americanos en general,
habían "agotado todas sus semillas de maíz" y necesitaban ahora tender
la mano al mundo y "compartir los valores de América" una vez más.
Luego terminaba con una
declaración de esperanza sobre la celebración del Día de Acción de Gracias
americano. Leyendo su libro de historia mitológica americana, relatando los
desolados temores de los peregrinos al partir del Viejo Mundo hacia América, y
"la inmensa recompensa que encontraron en la nueva tierra", que
compartieron con los nativos locales. Ya han leído un relato exacto del primer
Día de Acción de Gracias, que se quedó un poco corto en cuanto a compartir la
inmensa recompensa. Ignatius terminaba con las palabras: "Tenemos que
poner las riquezas de América de nuevo sobre la mesa y compartirlas con el
mundo, con humildad y gratitud." Escribí una respuesta al Sr. Ignatius que
decía en parte:
Dijo usted que cuando
viajaba por el mundo como corresponsal con su bandera americana, se creía y se
sentía diferente de todos los demás, una percepción que todos los extranjeros
compartían. Pero no era exactamente así. Lo que realmente quería decir usted
era "Yo era mejor que ellos, y ellos lo sabían". Su desesperación no
es por haberse hecho trizas, sino por el nostálgico pesar de que esa gente se
ha dado cuenta de que no es usted mejor que ellos, sino peor, y que ya no le
respetan sino que le desprecian. No quiere tender la mano y
"compartir las riquezas de América". Lo que quiere es replantear los
falsos valores utópicos de la superioridad americana en la mente de todas esas
personas para que pueda usted volver a viajar por el mundo y decirse a si mismo
que es mejor que todos los demás, y volver a ver esa ilusión en sus ojos.
Usted dijo que debían
dejar de comportarse como si estuvieran en un estado de guerra permanente, pero
su América siempre ha estado en un estado de guerra permanente. Eso es lo
que hacen ustedes. Las guerras de agresión son lo que les definen como nación.
No quiere que el mundo
piense mal de usted por su cultura de tortura, masacres y guerra, pero no tiene
intención de detenerlas.
Siguen destruyendo
naciones, derribando gobiernos, fomentando guerras y revoluciones regionales,
reduciendo a pequeños países a la pobreza y la miseria, pero quieren ser
juzgados sólo por los valores utópicos que predican pero que nunca siguen.
Dice que los americanos
"viajando y compartiendo" harán que todo vuelva a estar bien, que ya
no serán malinterpretados.
¿Pero por qué cree usted
que su EE.UU. es hoy en día la nación más odiada del mundo? No es porque
el mundo no les entienda, sino porque sí les entiende. Ustedes son
vilipendiados como nación y como pueblo, por esos valores suyos que sólo
producen inestabilidad, terror, miseria, pobreza y muerte.
Usted dice que quiere
"devolver algo al mundo". Bueno, tal vez podría empezar devolviendo
el país en el que vive a aquellos a los que se lo robaron. Tal vez podrían
devolver Panamá a Colombia y Hawai al pueblo hawaiano. Y tal vez Puerto Rico a
los puertorriqueños. Tal vez podrían devolver Corea a los coreanos y dejar de
impedir la unificación que han querido durante los últimos 60 años. Tal vez
podrían salir de Taiwán y de Hong Kong. Tal vez les gustaría devolver la
riqueza que saquearon violentamente en unas 100 naciones con la fuerza de su
ejército.
Tal vez le gustaría a
usted devolver a Chile los cientos de miles de millones de cobre que les
robaron. Tal vez le gustaría devolver todo el oro que saquearon en toda América
Central y del Sur y el Caribe, cuando invadieron repetidamente esos países,
abriendo por la fuerza -y luego vaciando- las cámaras acorazadas de sus bancos
centrales. Tal vez le gustaría convencer a Citibank para que devuelva los miles
de millones de oro que robó a los ciudadanos chinos que confiaron en ellos. Tal
vez le gustaría devolver a Filipinas, Nicaragua y Haití la paz y la felicidad
que tenían antes de que ustedes los colonizaran y los destruyeran.
Tal vez le gustaría
devolverles a las madres de Irak los 500.000 bebés que mató Madeline Albright.
Dijo usted que quería
compartir las riquezas de América con el mundo, pero el tiempo para eso ya
pasó. Ya no tienen riquezas para compartir con nadie, y nunca las compartieron
ni siquiera cuando las tenían. En cambio, compartieron su artillería de uranio
empobrecido con la gente de Irak y de Libia, donde hoy en día nacen fetos que
se describen como "bultos de carne no identificables". Durante una
década, compartieron el napalm y el Agente Naranja con el pueblo de Vietnam,
donde hoy, cincuenta años después, todavía siguen naciendo decenas de miles de
bebés horriblemente deformes.
Su CIA compartió su manual
de tortura de 1.000 páginas y su entrenamiento de Escuadrón de la Muerte con
docenas de sus dictadores en América Latina. Compartió su marca de democracia
con Yugoslavia, convirtiéndola de una federación pacífica a un desorden roto y
patético de desesperación, y luego compartió esa misma plantilla con una docena
de otras naciones, enorgulleciéndose de sus "revoluciones de color",
dejando nada más que muerte y miseria en cada una de ellas.
Si no le importa, no
queremos que compartan nada más con nosotros.
Hemos tenido ya suficiente
exposición a la libertad, la democracia y los derechos humanos al estilo
americano, para que nos duren durante generaciones.
Y, a decir verdad, nosotros en el mundo nos hemos
quedado sin estómago por su alfombra mundial de atrocidades, brutalidad, muerte
y miseria, y hemos perdido nuestra tolerancia por su hipocresía.
Todo lo que queremos es que se vayan a casa, que se
ocupen de sus malditos asuntos, y que saquen sus sucios y sangrientos dedos
empapados de dólares de la mayoría de las naciones del mundo que están explotando.
La semilla de maíz a la que se refiere usted se ha ido, pero no se ha comido.
Simplemente se pudrió.
*
Larry Romanoff es
consultor de gestión y empresario jubilado. Ha ocupado puestos ejecutivos de
alto nivel en empresas de consultoría internacionales y ha sido propietario de
un negocio de importación y exportación internacional. Ha sido profesor
visitante en la Universidad Fudan de Shanghai, presentando casos de estudio en
asuntos internacionales a las clases superiores del EMBA. El Sr. Romanoff vive
en Shanghai y actualmente está escribiendo una serie de diez libros
relacionados generalmente con China y Occidente. Se puede contactar con él
en 2186604556@qq.com.
Notas
Copyright © Larry Romanoff, Moon of Shanghai, 2020
Traducción: PEC
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What part will your country play in World War III?
By Larry Romanoff, May 27, 2021
The true origins of the two World Wars have been deleted from all our history books and replaced with mythology. Neither War was started (or desired) by Germany, but both at the instigation of a group of European Zionist Jews with the stated intent of the total destruction of Germany. The documentation is overwhelming and the evidence undeniable. (1) (2) (3) (4) (5) (6) (7) (8) (9) (10) (11)