Capitán
América - El hombre con dos cerebros
By Larry Romanoff for the Saker Blog
21
de marzo de 2021
Traducción:
Aix
·
Bernays y la Propaganda
EPÍLOGO - Capitán
América - El hombre con dos cerebros - 21 de marzo de 2021
Parte 5 de 5 --
La Propaganda Sigue Sin Cesar – March 11, 2021
Parte 4 de 5 --
La Transición a la Educación y el Comercio – March 01, 2021
Parte 3 de 5 --El
Control de la Democracia – February 21, 2021
Parte 2 de 5 --
El Marketing de la Guerra – February 15, 2021
Parte 1 de 5 --
February 06, 2021
Introdución -- Si
América se disuelve... January 31, 2021
Un
ensayo anterior titulado, "Si América se disuelve. . ." conforma una
introducción a la serie sobre Bernays y la Propaganda. Este ensayo funciona
como el epílogo.
Repetiré
brevemente aquí varias observaciones que realicé anteriormente, con el fin de
desarrollar un punto que requiere cierta elaboración.
En
el ensayo titulado El Síndrome de la Utopía mencioné la teoría de Elizabeth
Anderson acerca de lo que yo denomino 'La máscara de la propaganda', que afirma
que cuando los ideales políticos o la "historia oficial" se alejan
demasiado de la realidad, los propios ideales o la narrativa oficial en sí se
convierten en una especie de máscara que nos impide percibir la diferencia.
Cuando los principios de la propaganda se alejan demasiado de la realidad de
los hechos, las víctimas pierden su capacidad de separar la realidad de la
ficción y se vuelven incapaces de reconocer la diferencia entre sus ideales y
sus acciones, o entre sus convicciones y la verdad. En el mismo ensayo expuse
que los americanos son culpables de lo que yo llamo "el Síndrome de la
Utopía", al compararse no con el mundo real en el que ocurren sus
acciones, sino con algún estándar utópico de ideales que existe sólo en su propia
imaginación, un mundo de fantasía e ilusión alejado de la realidad.
Seguidamente, mencioné la mentalidad en blanco y negro que impregna a los
Estados Unidos, resultado de su cristianismo y de la obra de Bernays, cuyos
métodos de manipulación de la opinión pública crearon una especie de mentalidad
binaria. Bernays afirmaba que la excesiva carga emocional de su propaganda sólo
podía producir una gama limitada de poderosas respuestas emocionales en sus
víctimas, forzando el interruptor emocional de las personas hacia un modo
binario de "encendido o apagado", sin ninguna otra opción.
Dentro
de este marco binario, es interesante que los americanos tengan dos opiniones
con respecto a su preciada democracia. Por un lado, predican fervientemente y
con ojos vidriosos que su sistema político multipartidista es la cúspide del
desarrollo evolutivo humano, un valor universal que les ha regalado su dios y
que representa los anhelos de toda la humanidad, al tiempo que condenan con
vehemencia esa misma democracia como irremediablemente corrupta y a sus
políticos por ser menos fiables que las serpientes y los vendedores de coches
de segunda mano.
Por
lo tanto, los americanos parecen tener dos cerebros aparentemente desconectados
e incapaces de comunicarse entre sí. Tenemos un cerebro predicando
estridentemente la ficción utópica de una hermosa mansión en una colina,
mientras que el otro desestima con desprecio la realidad de unos cimientos
agrietados y un tejado con goteras, suelos caídos y cableado defectuoso, y todo
lo demás. Sin embargo, el propietario del cerebro parece no ser consciente de
estas dos realidades sucesivas y marcadamente contradictorias.
Estos
patrones de conducta no son difíciles de entender si asumimos que los
americanos realmente tienen dos cerebros desconectados, no física sino
mentalmente. Al igual que todos los esquizofrénicos, la mayoría de los
americanos presentan lo que los investigadores denominan una
"desdoblamiento de las funciones mentales", un trastorno mental
caracterizado por la incapacidad de reconocer lo que es real, siendo el síntoma
más común las falsas creencias. Esta esquizofrenia derivada parece compartir el
escenario con una variante de lo que se conoce como 'trastorno de personalidad
múltiple', "un defecto mental caracterizado por dos estados de
personalidad distintos pero disociados que controlan alternativamente el
comportamiento de una persona, acompañado de un deterioro de la memoria que no
puede ser explicado por el olvido ordinario". Esta combinación resume a
una persona (a) que posee creencias totalmente falsas, incapaz de distinguir la
ficción de la realidad, (b) mostrando dos estados mentales distintos pero
disociados y opuestos, y (c) que muestra poca o ninguna superposición de
memoria entre estos dos estados. Por extraño que parezca, esto describe a los
americanos con demasiada exactitud como para ser una simple coincidencia
irrelevante. Debo señalar aquí que ambos trastornos mentales se diagnostican
con más frecuencia en los Estados Unidos que en cualquier otra nación.
Los
americanos se han visto abrumados por la propaganda utópica desde la infancia,
un insidioso Nuevo Testamento fuertemente cargado de religión y emoción, que
les adoctrina con una creencia en su propia superioridad moral otorgada por su
dios, lo que da lugar a la Máscara de Propaganda en la que ya no pueden ni
siquiera reconocer la enorme discrepancia entre sus ideales y sus acciones (o
las acciones de su gobierno). Su marca evangélica del cristianismo les dota de
la convicción de que son "buenos" y de que todas sus acciones, por
malas que sean, también son "buenas". De ahí que no se comparen con
el mundo real el que se desarrollan sus acciones, sino sólo con sus ideales
utópicos programados. Es lógico que los americanos parezcan estar ciegos ante
esta marcada discrepancia debido al deterioro de la memoria al cambiar los
estados de personalidad, la explicación se encuentra en Bernays y el
interruptor de "encendido y apagado" que controla los dos cerebros.
El problema es simplemente que ambos cerebros (o estados de personalidad) no
pueden estar "ENCENDIDOS" al mismo tiempo.
La
condición y sus estados son fáciles de observar. En momentos de debate
distendido, la mayoría de los americanos pueden cambiar a su estado de realidad
y reconocer la democracia y el capitalismo por lo que son, con todas las llagas
abiertas y las ampollas levantadas fácilmente visibles y condenarlo con sinceridad.
En estos momentos de baja guardia, muchos americanos liberarán una ola de
críticas y rechazo moral a su sistema capitalista, con una comprensión al menos
intuitiva, si no fáctica, del carácter criminal de sus corporaciones y bancos,
y la naturaleza fundamentalmente injusta de sus sistemas legales y judiciales,
así como las fallas de su vanidoso sistema democrático multipartidista. Saben
muy bien que sus banqueros de Wall Street son vampiros depredadores, que sus
tribunales no son ni de derecho ni de justicia, que su democracia está
corrompida más allá de la redención, y que la mayoría de sus políticos y
ejecutivos corporativos deberían ir a la cárcel. En su mayoría son bastante
conscientes de las devastadoras injusticias de su sistema capitalista, y sorprendentemente
de la inutilidad de su gran "democracia". Puede ser sorprendente ver
su claridad de visión y sus duros juicios sobre estos fracasos.
Pero
en ocasiones, cuando estos fundamentos se ven amenazados, o cuando se exponen a
un estímulo propagandístico emocionalmente gratificante que les brinda la
oportunidad de "sentirse bien por ser americanos", el cerebro de la
realidad se apaga, el cerebro utópico se enciende, y nos vemos sometidos a una
avalancha a veces inquietantemente devota de tonterías nacionalistas.
Previamente escribí que gran parte de lo que atribuimos a la hipocresía
americana puede deberse en realidad a un tipo particular de locura colectiva
americana, lo que parece ser precisamente el caso.
Ningún
otro país del mundo ha estado expuesto a una propaganda de lavado de cerebro
político-religioso a una escala tan masiva. El patriotismo en los Estados
Unidos no es natural ni espontáneo; ha sido planificado, programado e inculcado
a todos los americanos desde su nacimiento, al menos a todos los americanos
blancos. A menudo es tan insensato que resulta ser cómico y susceptible de ser
ridiculizado, pero al mismo tiempo es bastante aterrador. Analicen este
ejemplo:
La
temática de los medios de comunicación, es que cada vez menos americanos
compran árboles de Navidad naturales en favor de los artificiales, que son
menos molestos y son reutilizables, por lo que la industria de los árboles
naturales ve amenaza su supervivencia a largo plazo. Aquí no hay política ni
religión. Sin embargo, esto es América y las cosas son muy diferentes por aquí.
El problema, según los medios de comunicación de los EE.UU., no es el cambio en
los gustos de los consumidores, sino que es China, concretamente "los
árboles de Navidad baratos y falsos de China". China está "amenazando
nuestros auténticos árboles americanos" y, lo que es aún más importante,
China también está amenazando a "los patriotas americanos" que
suministran los auténticos árboles americanos. Por lo tanto, los medios de
comunicación aconsejan a estos americanos amenazados a que demuestren su
patriotismo saliendo al bosque a buscar "un árbol cultivado por
Dios". Al leer esto, ¿te ríes o lloras?
Esta
trágica combinación de grave desequilibrio mental y angustiosa inmadurez
emocional crea un problema existencial para estos histéricos preadolescentes
americanos. Por un lado, deben sentirse desesperadamente bien por ser
americanos porque es su única fuente de sustento emocional. Pero por otro lado,
el hecho de ser americano no implica en sí mismo que nadie se sienta bien con
nada. Y lo que es peor, no les basta con sentirse bien consigo mismos, sino que
les es imprescindible sentir que son mejores que los demás, por lo que
necesitan una comparación externa para iluminar su superioridad. A pesar de su
excepcionalismo imaginario y de su supuesta abrumadora superioridad moral,
también hay un reconocimiento interno de que estas afirmaciones son falsas,
evidenciadas por sus constantes intentos de demostrar una superioridad que, de
ser real, debería ser tan obvia que no necesitaría ningún tipo de pruebas.
Pero
los americanos no tienen nada valioso propio, ni en sí mismos, ni en su
identidad nacional, historia o cultura, así que lo compensan denigrando a los
que sí lo tienen. Por eso se ciegan tan vigorosamente ante sus propias faltas,
crímenes y atrocidades, y se centran únicamente en los pecados de los demás,
aunque tengan que crear otros imaginarios. Esta es en parte la razón por la que
la hipocresía se ha convertido en un adjetivo que define a los americanos: no
pueden permitir que su identidad nacional colapse por la revelación de sus
errores actuales y sus crímenes históricos. Cuando se superpone con su
cristianismo maligno, esto se combina para producir su imaginaria y
maravillosamente deformada autoimagen de superioridad moral. El resultado final
es una nación con poca autoestima intrínseca y pocos valores humanos genuinos,
incapaz de verse a sí misma como realmente es: vacía, superficial, vacua,
ignorante, mezquina, histérica, envidiosa, agresiva, obsesionada con sí misma e
hipócrita.
Esto
es lo que Lippman y Bernays (y sus amos europeos) hicieron con el pueblo
americano: reprogramaron a toda una nación de forma tan brutal como lo hicieron
los Estados Unidos con Filipinas y el Reino Unido con Hong Kong, en este caso
creando una sociedad de engañados, histéricos y profundamente enfermos
consumidores psicópatas con una historia totalmente ficticia. Probablemente sea
justo decir que estos hombres tenían un buen y fértil material con el que
trabajar, una composición de los peores rasgos del cristianismo, la ignorancia
nativa y la codicia insaciable, pero aún así tenemos que dar crédito a quien lo
merece. Los americanos siempre han sido racistas y violentos, pero fueron
Lippman y Bernays quienes los convirtieron en asesinos en serie que celebraban
sus "bug splats" (aplastamiento de insecto) (1) afganas en los medios
de comunicación nacionales. Y fue en este suelo fértil y maligno en el que los
presidentes, secretarios de Estado y secretarios de Defensa americanos
germinaron tan exuberantemente hasta convertirse en la cadena más larga de
asesinos genocidas sociópatas de la historia. La democracia nunca tuvo
oportunidad.
Notas
Para
aquellos que no lo sepan, un "bug splat" o "aplastamiento de
insecto" es tanto el sonido como el resultado de un insecto grande como un
saltamontes que impacta contra el parabrisas de un coche a gran velocidad. Los
americanos eran famosos por disparar a los niños en Afganistán (generalmente en
la cabeza) con armas de alto calibre, y referirse a la explosión resultante
como una "aplastamiento de insecto".
*
Los escritos
del Sr. Romanoff se han traducido a 28 idiomas y sus artículos se han
publicado en más de 150 sitios web de noticias y política en más de 30 países,
así como en más de 100 plataformas en inglés. Larry Romanoff es consultor de
gestión y empresario jubilado. Ha ocupado cargos ejecutivos de alto nivel en
empresas de consultoría internacionales y ha sido propietario de un negocio de
importación y exportación internacional. Ha sido profesor visitante en la
Universidad Fudan de Shanghai, presentando estudios de casos en asuntos
internacionales a las clases superiores del EMBA. El Sr. Romanoff vive en
Shanghai y actualmente está escribiendo una serie de diez libros relacionados
generalmente con China y Occidente. Es uno de los autores que contribuyen a la
nueva antología de Cynthia McKinney "When China Sneezes (Cuando China
Estornuda -- Tratar
con Demonios)".
Su
archivo completo puede verse en https://www.moonofshanghai.com/
y http://www.bluemoonofshanghai.com/.
Puede
ser contactado en: 2186604556@qq.com
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