Entender China
Por Larry Romanoff,
20 de Noviembre, 2019
Traducción: PEC
CHINESE ENGLISH NEDERLANDS PORTUGUESE SPANISH
Tenemos un dicho que dice que después de
pasar un mes en China podrías escribir un libro; después de un año en China,
podrías escribir un capítulo; en cinco años podrías escribir un párrafo, y después
de cinco años podrías escribir una nota en una postal.
Este dicho se ha convertido casi en una leyenda
urbana, pero es esencialmente cierto. Todavía recuerdo el día en que, caminando
por una calle del centro de Shanghai después de haber estado en el país durante
un mes, experimenté una ilusión de claridad tan extrema que me dije: "Podría
escribir un libro sobre este lugar". No puedo explicar los procesos
mentales o sociológicos que se combinan para provocar esa ilusión inicial de
comprensión y claridad, ni las fuerzas que la desmontan de forma tan eficaz y
progresiva hasta llegar a una condición en la que cuanto más tiempo pasamos en
China, menos la entendemos.
Mis amigos chinos me dicen que tengo un profundo
conocimiento de China, de su gente y de su cultura, y aunque los elogios son
halagadores, también son en gran medida inmerecidos. De hecho, después de
quince años en el país, hay días en los que me sorprende algo tan básico que
estoy convencido de que no entiendo nada, y tendría que decir que si China no
puede ser entendida por los occidentales desde dentro, con toda seguridad no
puede ser entendida por los occidentales desde fuera, que no tienen ningún
contacto útil con nada chino.
Los occidentales viven en un mundo ilusorio
en blanco y negro enmarcado para ellos por la programación de sus medios de
comunicación sionistas y son en su mayoría incapaces de escapar de su adoctrinamiento ideológico.
Hay un proverbio que dice que no se puede entender un cuadro cuando se está dentro
de él, que hay que salir de ese cuadro y mirar hacia atrás, para verlo como
realmente es. Pocos occidentales son capaces de hacerlo debido al
adoctrinamiento propagandístico que se produce desde el nacimiento. Este
adoctrinamiento social es cierto, por supuesto, para todas las sociedades, pero
el Occidente sionista, a diferencia de la gran mayoría de la población mundial,
ve prácticamente todo lo relacionado con otras naciones y pueblos a través de
una serie de lentes ideológicas político-religiosas que arrojan una aberración
cromática bastante extrema sobre todo lo que se ve a través de esas lentes.
Estas ideologías son las del capitalismo, la
democracia, el colonialismo, el militarismo, la supremacía blanca, el
darwinismo, el cristianismo y el sionismo, fuerzas que conspiran para
tergiversar las verdades de China de manera que casi se elimina cualquier
posibilidad de entendimiento real, al tiempo que se desprecia cualquier
necesidad real de hacerlo. El hombre blanco, el Occidente sionista, incluyendo aquí a Japón, ve
el mundo como la metrópoli y la periferia, el mundo no blanco poblado por seres
inferiores destinados a ser explotados por la coerción o la fuerza militar, sus
recursos utilizados para entronizar a Occidente mientras se esclaviza al mundo,
todo según el plan de Dios. Para ver la verdad de esto sólo tenemos que
examinar sus hechos, la historia proporciona un amplio testimonio de esta
afirmación.
Los medios de comunicación occidentales son
famosos por sus incesantes y estridentes ataques a China, pero parece que prácticamente todo el mundo fuera
de China lee el mismo guión. Debemos tener cientos de publicaciones y sitios
web llamados China Labor Bulletin, China Economic Review, China Auto News,
China cualquier cosa y todo... que no son en ningún sentido chinos, sino que
son fuentes mediáticas establecidas por occidentales que son principalmente,
pero no exclusivamente, sionistas, y que en su mayoría malinterpretan y
tergiversan deliberadamente los hechos y los fundamentos de China. Tenemos
estadísticas producidas por occidentales sobre todo lo relacionado con China,
desde los coeficientes de GINI hasta la deuda bancaria, desde el PIB hasta la
Renta Nacional y el nivel de vida, desde la educación hasta la atención
sanitaria, pasando por la longevidad y la mortalidad infantil, todo lo cual,
incluso cuando se basa en cifras obtenidas inicialmente de fuentes oficiales
del gobierno chino, es luego manipulado y tergiversado para demostrar lo
contrario de la realidad. Tenemos cientos, y tal vez incluso miles, de libros
sobre China, en su mayoría escritos por estas mismas personas que ven el país a
través de esas mismas lentes ideológicas y, por lo tanto, son en su mayoría
obras de ficción histórica, muchas de ellas condenables.
La arraigada noción de superioridad, la supremacía
blanca de hecho, es un gran obstáculo para el entendimiento incluso de los bien
intencionados. Cuando los chinos viajan a un país extranjero y son testigos de
una cultura ajena, piensan "soy diferente". Cuando
los americanos (y los canadienses, británicos y australianos) se encuentran con
una cultura extranjera, piensan "soy mejor". También es
cierto que los americanos en particular, pero todo el mundo blanco y anglófono
en total, no respetan ni ven ningún valor en ninguna otra cultura, creyendo
secretamente que todo el mundo quiere ser como ellos y que las reclamaciones de
protección cultural no son más que una excusa para evitar lo inevitable, que es
convertirse en clones americanos. Es en este contexto combinado y complicado en
el que los occidentales sinceros intentan comprender a China, una tarea
extremadamente difícil dadas las circunstancias.
Los chinos no se ven perjudicados por los horrores
del cristianismo o de la política partidista, y en su mayoría no ven los
acontecimientos externos a través de una lente distorsionadora. A los
occidentales les gusta decir que a los chinos les han lavado el cerebro, pero
según mi larga experiencia, los chinos son los menos lavados de cerebro de
todos los pueblos, mientras que los americanos son los que más destacan en este
sentido.
Debido a todo lo anterior, cuando los occidentales
observan cualquier aspecto de China, pueden verlo claramente, pero la mayoría
de las veces no entienden lo que ven. Como ven el mundo a través de sus lentes
ideológicas, interpretan su incomprensión en términos de lo que ese
acontecimiento significaría si ocurriera en su país y en su cultura. Y a partir
de esta interpretación errónea de un malentendido, emiten juicios y sacan
conclusiones que son invariablemente erróneas y a menudo insensatas.
Como ejemplo, una política americana de alto rango
dijo recientemente en una entrevista que los chinos necesitan deshacerse de lo
que denominó su "timidez y falta de confianza".
No podía comprender que lo que veía no era ni timidez ni falta de confianza,
sino modestia, una de las características más bellas del pueblo chino. Noah
Webster escribió que "la modestia es el resultado
de la pureza de la mente", y además que "la modestia sin afectación es el encanto más dulce de la
excelencia femenina, la gema más rica en la diadema de su honor".
Los occidentales suelen tener la tentación de estar de acuerdo con la apreciación
del político anterior porque los chinos rara vez reaccionan o responden a esas
provocaciones abiertas; sin embargo, la falta de respuesta suele deberse
simplemente a que los chinos son demasiado modestos y educados para decirte lo
que realmente piensan de ti. Puedo atestiguar que a los chinos no les falta
confianza en comparación con cualquier otra civilización, y también que tienen
poco respeto por la versión americana del "en tu
cara", que no ven como confianza sino como arrogancia, grosería
y falta de respeto. Y sí, sé mejor que usted que algunos chinos pueden
comportarse muy mal, me vienen a la mente muchos turistas, pero éstos no son en
absoluto chinos típicos, sino una especie de subconjunto aberrante que aún no
he podido definir claramente.
Como otro ejemplo, iba caminando por una calle con
un conocido americano que comentó la proliferación de "rampas para sillas de ruedas" que aparecen prácticamente
en todos los cruces de calles de todas las ciudades grandes y pequeñas. A
continuación, procedió a darme una disertación sobre China, el pueblo chino y
la cultura china, basándose en la aparente ubicuidad de estos pasos. Tuve que
interrumpir mi lección para informarle de que no eran rampas para sillas de
ruedas, sino que estaban diseñadas para las bicicletas.
Más de un periodista occidental nos ha dicho que la
tasa de condenas de China para los delincuentes acusados es del 99,9%, cifra
extraída de la nada porque China no reúne ni publica esas estadísticas para
todos los niveles de tribunales de todas las ciudades, pueblos y condados. Sin
embargo, la tasa de condenas comparable en Occidente, al menos para Canadá y
Estados Unidos, es de alrededor del 60% o un poco menos, este diferencial se
atribuye al mayor nivel de virginidad democrática en Occidente y a un nivel
extraordinariamente alto de corrupción policial y judicial en China. Pero, ¿es
esto necesariamente cierto?
Y lo que es más importante, ¿qué significa la tasa
de condenas del 60% en Occidente? Significa que casi la mitad de las personas
acusadas de un delito eran en realidad inocentes y que fue necesario el trauma
y el gasto de un juicio para mantener a un inocente fuera de la cárcel. O, si
queremos ser tercos, podemos verlo desde el otro lado y afirmar que el 100% de
los acusados eran en realidad culpables, pero que un
abogado inteligente y caro les dejó libres. ¿Es eso mejor?
Es cierto que China tiene un alto índice de condenas,
pero eso se debe a que la policía china lleva a cabo las que quizá sean las
investigaciones más exhaustivas y concienzudas de cualquier país. La policía no
presentará una acusación hasta que esté 100% segura de la culpabilidad de un
hombre y también de que tiene no sólo pruebas suficientes para una condena sino
también el mayor volumen de pruebas circunstanciales para que un juez determine
la sentencia más apropiada. Es el sistema occidental el que está corrompido y
tiene muchos fallos, no el de China, y China no tiene un FBI que presente
cargos fraudulentos como método de acoso a los disidentes políticos.
Una vez estaba yo en el andén del Maglev del
aeropuerto de Pudong, en Shanghai, y observé cómo un hombre y su mujer mantenían
una acalorada discusión con un policía que duró varios minutos. No estaba lo
suficientemente cerca como para conocer el tema de su debate, pero la discusión
terminó con la esposa del hombre dandole una patada al policía en la espinilla.
Se me ocurren más de un par de ciudades occidentales en las que eso no habría
sido una buena idea.
La verdad es que la gente en China no tiene miedo de
la policía. En Canadá o en los Estados Unidos nadie adelanta a un coche de
policía que circula al límite de velocidad en una autopista, pero en China
sucede todo el tiempo. Se lo comenté a un amigo que me dijo: "¿Por qué debería
tenerle miedo? Es mi sirviente, no mi amo". En China puedo discutir con un
policía y cuestionar sus conclusiones sin temor a ser detenido por
"alteración del orden", pero en la vida real la cosa va mucho más allá.
Una vez encendí un cigarrillo en un centro comercial
(Sí, lo sé. No me lo diga), y un policía se acercó para decirme que no podía
fumar en el centro comercial. Por supuesto yo ya lo sabía; estaba preocupado y no
estaba pensando (en ello). Se lo dije, me disculpé y le dije que me iría. Me
acompañó hasta la puerta, su colega se unió a nosotros y dijo algo gracioso y
nos reímos, y salí al exterior. Los vi al volver, los saludé y ellos me
devolvieron el saludo, éramos amigos. Lo importante es que no quería
castigarme; no quería empezar una guerra; simplemente no quería que fumara en
su centro comercial. Mientras yo estuviera dispuesto, una advertencia era
suficiente.
Si accidentalmente conduzco mi coche por donde no
debo, el resultado es el mismo. En las ciudades chinas, a veces vemos un coche
aparcado en una acera, normalmente porque el propietario tiene una necesidad
urgente de parar sólo un minuto en una zona urbana donde el aparcamiento es
casi inexistente y el tráfico es intenso. Pero mientras la calle esté despejada
y la acera tenga espacio suficiente para que pasen los peatones, la policía
ignorará el coche durante un rato; normalmente los coches sólo se retiran con
la grúa si realmente bloquean el tráfico y provocan el caos; nunca como medio
para recaudar ingresos, como es tan habitual en Occidente.
Esto es un inciso, pero el único país del mundo
similar a China (que yo sepa) es Italia. En Roma, una vez le pregunté a un
policía (esto es una historia real) si podía dejar mi coche en una entrada
durante unos minutos mientras cruzaba la calle para tomar un café rápido. Aceptó,
pero me pidió que dejara las llaves en el coche por si tenía que moverlo. La
entrada era la de las urgencias de un hospital.
En los EE.UU., en Canadá y en muchos países
europeos, sobrepasar un visado, aunque sea por un día, es motivo de
arrepentimiento permanente. Normalmente, te sentarán en una celda hasta que
hayas pagado la multa y tengas un billete pagado para salir del país, momento
en el que la policía te llevará al aeropuerto y te meterá en el avión, y tendrás
prohibido volver durante bastante tiempo. Una vez sobrepasé mi visado en China
unas tres semanas, aunque en mi defensa, se debió a un malentendido que no fue
culpa mía, una excusa que no me reportaría ninguna simpatía en Canadá o en los
Estados Unidos. Pero al pasar por la salida de aduanas e inmigración de China,
el funcionario me miró con severidad y me dijo: "¿Sabe?, no debería hacer
esto". Sólo entonces me di cuenta de lo que había sucedido, y cuando
comprendió la naturaleza involuntaria de mi transgresión y mi sincero
arrepentimiento por haberla cometido, me dejó embarcar en mi avión sin ningún
castigo. Una vez más, no quería castigarme, no quería iniciar una guerra; sólo
quería que cumpliera las leyes.
Una vez, por razones que no recuerdo, archivé todas
las facturas de los servicios públicos en un cajón del escritorio y me olvidé de
ellas. Uno o dos meses después, encontré pequeños avisos blancos pegados en el
exterior de la puerta de mi casa, que eran solicitudes de pago. En la oficina
de gestión me pidieron que les dejara las facturas y el dinero en efectivo, y
llamaron a las empresas de servicios públicos, que enviaron un mensajero a
recoger los pagos. No hubo penalización, ni intereses, ni recriminaciones, ni
denegación de servicio. Las empresas de servicios públicos no querían
castigarme; no querían iniciar una guerra; sólo querían que pagara mis
facturas. Una vez llegué a casa después de cenar y descubrí que mi casa no tenía
electricidad. Se trataba simplemente de un interruptor que se restableció rápidamente,
pero en ese momento me pregunté en voz alta estando con una amiga si tal vez me
habían cortado la electricidad porque me había olvidado de pagar la factura, y
ella me dijo "nunca he oído hablar de algo así".
A los occidentales les fascina el concepto cultural
chino de Guanxi, que según Wikipedia "define la dinámica
fundamental en las redes sociales de poder personalizadas, que puede
describirse mejor como las relaciones que los individuos cultivan con otros
individuos, y es un sistema crucial de creencias en la cultura china".
También que los occidentales utilizan ese término "en
lugar de referirse a "conexiones" y "relaciones", ya que
ninguno de esos términos refleja suficientemente las amplias implicaciones
culturales que describe el Guanxi", (1) Esto es cierto y falso a la vez, lo que demuestra
que Wikipedia no entiende el guanxi más que los columnistas del New York Times.
En Occidente tenemos un dicho que dice "No es lo
que sabes, sino a quién conoces", el concepto de que un
individuo se beneficia de las amistades y contactos es universal y no
particular de China.
Pero en China, las amistades y los así llamados
"contactos" tienen un sabor de confianza y responsabilidad que no
existe en ningún otro lugar del mundo, al menos que yo sepa. Una buena amiga
estaba comprando una casa nueva para sus padres y quería pagar el precio total
en efectivo en la firma del contrato para beneficiarse de un atractivo
descuento. Le faltaban 200.000 dólares y me llamó para preguntarme si le
prestaría el dinero para completar el pago. Acepté sin ni siquiera pensármelo y
le transferí el dinero a su cuenta el mismo día. Si no recuerdo mal, me dio un
pagaré en un momento dado, pero no tengo ni idea de lo que hice con él, y el préstamo
fue saldado. A la inversa, cuando compré mi última casa quise pagar todo el
importe en efectivo con el contrato de compra por la misma razón, pero la mayor
parte de mi dinero estaba secuestrado en GIC bancarios que no vencían hasta
dentro de varios meses y me faltaban 35.000 dólares. Estaba charlando sobre mi
casa con otra amiga y le pregunté si me prestaría el dinero. Inmediatamente
cruzamos la calle hasta su banco y me dio el dinero en efectivo, sin hacer
preguntas.
Cerca de mi casa hay un huerto de fresas ecológicas,
con las fresas más dulces que he probado nunca (también las más caras). A veces
compraba una cesta como regalo para las chicas de la oficina de administración
de la propiedad. Un día me quedé sin poder entrar en mi propia casa por no
haber dejado un juego de llaves en la oficina. Pero una joven de la oficina se
esforzó por encontrar un cerrajero, que tuvo que venir de otra ciudad a 40 km
de distancia para abrir mi puerta. Cuando descubrí que no tenía dinero en
efectivo para pagarle, la joven, que quizá sólo tenía 20 años, negoció el
precio del hombre en un 40% y le pagó de su propia cuenta.
Decir que estas cosas no ocurrirían en Occidente, ni
siquiera con la familia, es quedarse muy corto. En China son normales, y se
basan en una calidad cultural de confianza y obligación que no puede comprender
alguien que viva en Occidente. La lengua inglesa, tan precisa como es, no tiene
vocabulario para explicar la calidad de estas relaciones y la inseparable
obligación que conllevan.
Una de las principales quejas que los ejecutivos de
las empresas, especialmente los americanos, expresan sobre China es que los
chinos a menudo no cumplen los términos de un contrato. Desde el punto de vista
americano tienen razón, pero ese punto de vista americano es tan blanco y negro
como su religión política, de ahí el choque cultural. Para los americanos, la
firma de un contrato por parte de los chinos no es más que una etapa intermedia
de un proceso de negociación permanente, mientras que debería formar parte, por
derecho, de los Diez Mandamientos, ya que está escrito en piedra. Esto es fácil
de entender, pero ignora por completo el intelecto ideológico occidental.
Quiero utilizar una analogía aquí, que compara a
China con Japón pero que se aplica igualmente a Occidente. Los palillos
japoneses son cónicos y puntiagudos y, cuando los japoneses comen pescado con
estos palillos pueden arrancar fácilmente todas las espinas y luego comerse el
pescado. Sin embargo, los palillos chinos no son cónicos y suelen tener los
extremos romos. Por eso, los chinos se comen el pescado entero y luego van
sacando las espinas una a una a medida que las encuentran. En Occidente, así es
como vemos un matrimonio. Sabemos que habrá períodos difíciles en el futuro,
pero queremos el matrimonio y procedemos con el entendimiento implícito de que
trabajaremos a través de esos periodos a medida que surjan. Los chinos aplican
la misma intención en los negocios. No está mal, sólo es diferente.
Un día, cuando mis hijos eran mucho más pequeños,
llegué a casa y encontré una ventana rota. Pregunté qué había pasado y quién lo
había hecho, y uno de mis hijos confesó. Pero ¿cuál suponen que habría sido mi
reacción si mi hijo hubiera dicho: "Me niego a
responder porque puedo incriminarme" o, peor aún, si hubiera
dicho: "No creo que puedas demostrar que lo hice
yo, así que me declaro inocente. Haz lo mejor que puedas". Soy
por naturaleza una persona amable, pero cualquier hijo mío que adoptara esa
postura recibiría una bofetada en la cara que no olvidaría.
Y ahora llegamos al sistema judicial chino, que
funciona exactamente de la misma manera que nosotros educamos a nuestros hijos.
Si te pillan haciendo algo malo, confiesas, admites tu delito y, si tienes algo
de sentido común, te disculpas, expresas tu arrepentimiento por lo que has
hecho y te entregas a la misericordia de tu padre. Ayuda enormemente si tu
arrepentimiento y tus disculpas son sinceros. Pero, con la policía y los
tribunales chinos, si quieres ser terco y arrogante y obligar a la policía a
una larga investigación y a los tribunales a un largo juicio, no recibirás
ninguna piedad cuando te encuentren culpable, y ningún abogado inteligente te
salvará. Eso es precisamente lo que enseñamos a nuestros hijos. Si un niño
miente y trata de evitar la culpa, el castigo será inevitablemente más duro, y
así debe ser. En este sentido, el sistema judicial chino es perfecto, mientras
que el occidental es estúpidamente defectuoso. En los tribunales chinos no se
permite a los abogados mentir o lanzar calumnias injustas o atacar a los
testigos vulnerables como se hace en Occidente.
Lo mismo ocurre con el proceso de negociación de los
cargos que los americanos intentan desesperadamente imponer a China como un método
superior para tratar la delincuencia. Pero no es superior, sino que se trata de
un enorme fraude. El problema es que los jueces chinos han demostrado ser casi
impermeables a los sobornos y los abogados chinos no han sido entrenados para
mentir en un tribunal. Entonces, ¿qué hacer cuando los americanos son acusados
de delitos en China, como lo son y lo serán cada vez más? La ventaja de la
negociación de los cargos es que retira las decisiones judiciales y las
sentencias de los jueces y tribunales, y entrega esta discreción a dos grupos
de abogados, con la teoría esperanzadora de que los abogados puedan ser
sobornados más fácilmente que los jueces. Una vez más, en este aspecto el
sistema chino es perfecto, mientras que es el sistema de justicia occidental
(americano) el que tiene tantos defectos. Sólo tenemos que pensar en los
recientes acontecimientos en los EE.UU., donde Jeffrey Epstein evitó 200 años
de prisión por su red internacional de tráfico sexual de menores, logrado sólo
mediante la eliminación de las decisiones en cuanto a la culpabilidad y el
castigo de los tribunales, y ponerlo enteramente en manos de los abogados y el
dinero, todo hecho sin el beneficio de la luz del sol.
Volvamos por un momento a los medios de comunicación
occidentales. Empezaré con John Bussey, del Wall Street Journal, quien, en un breve artículo
titulado "China: Acosando a la Prosperidad",
ganó un premio Nobel por sus reportajes deshonestos y poco éticos. Este fue su
artículo en parte:
"Ver a China acosando a los almacenes Wal-Mart
esta semana -y ver a Wal-Mart postrarse bajo el ataque- es un recordatorio
embarazoso de un hecho simple: China, el principal mercado de más rápido
crecimiento del mundo, tiene la sartén por el mango con las empresas
americanas. Su conjunto de barreras proteccionistas, su débil estado de derecho
y su mercado de sirena hacen que acontecimientos como éste sean casi
inevitables. En las tiendas de la empresa en la ciudad de Chongqing, carne de
cerdo no ecológica se etiquetó como "ecológica". Este fue el error.
Por lo demás, la carne de cerdo estaba bien. Aprovechando este error, en un
momento en que la inflación es un tema candente en China, las autoridades
acusaron a Wal-Mart de engañar al público cobrando precios más altos por la
carne normal. Multaron a la empresa, cerraron los 13 Wal-Marts de la ciudad y
encarcelaron a varios empleados de Wal-Mart. Las acciones tuvieron una gran
repercusión en los medios de comunicación nacionales. En la China autoritaria
hay pocos recursos, si es que hay alguno, cuando algo así le ocurre a una
empresa americana. No hay tribunales ordinarios. Como muchas otras empresas
americanas que han chocado con los sentimientos nacionalistas en China,
Wal-Mart sólo pudo pedir perdón. Tiene casi 350 tiendas en China, con unos
ingresos de 7.500 millones de dólares. Así que Wal-Mart se puso de
rodillas". Terminaba con una asombrosa afirmación en la que citaba
astutamente a un (inexistente) "ejecutivo americano
en Pekín que vigila estos asuntos" que supuestamente decía que
Wal-Mart había hecho mucho más que las empresas chinas "para garantizar la seguridad del suministro de alimentos [del
país]". (2)
Todos deberíamos sentir lástima por el pobre bebé Wal-Mart,
con sólo 7.500 millones de dólares de beneficios en China y obligado a "arrodillarse" porque "no hay tribunales regulares" y la "autoritaria" China tiene "un débil estado de derecho". China es mala,
sin duda.
Pero no fue exactamente así. China llevaba años
teniendo problemas con Wal-Mart, que infringía repetidamente todas las leyes
vigentes. Esas mismas tiendas llevaban años vendiendo carne de cerdo ordinaria
etiquetada como orgánica, y cada vez eran descubiertas y multadas con una
cantidad trivial, 8 veces sólo en los 7 meses anteriores. Era tan grave que
cuando los inspectores salían de la tienda con los productos ilegales
confiscados, el personal de Wal-Mart ya estaba ocupado etiquetando más carne de
cerdo ordinaria como ecológica. Era un juego en el que el precio de venta al público
era varias veces superior y los beneficios tan enormes que la molestia de los
inspectores era trivial. Lo que cambió el juego fue que esta última vez los
inspectores se equivocaron al salir de la tienda y se encontraron en una cámara
frigorífica con 75.000 kilos de carne de cerdo ordinaria etiquetada como ecológica.
Y así era como Wal-Mart "garantizaba la seguridad
del suministro de alimentos de China". Pero según Bussey, del
WSJ, un empleado de bajo nivel cometió un inocente "error"
y etiquetó mal unos cuantos paquetes de carne, pero el mezquino y autoritario
gobierno chino, que no tiene tribunales ni estado de derecho, hizo que la
empresa "se arrodillara".
Puedo aportar docenas de casos muy documentados en
los que empresas extranjeras, en su mayoría americanas, han cometido los crímenes
más atroces en China y, sin embargo, fueron advertidos repetidamente en lugar
de ser castigados severamente como lo habrían sido en cualquier país
occidental. En un caso, Coca-Cola se vio obligada a destruir unas 100.000 cajas
de bebidas embotelladas debido a un nivel atrozmente alto de cloro que, según
se descubrió, se vertió en las bebidas para matar un nivel igualmente alto de
bacterias fecales. En Occidente, la licencia comercial de la empresa habría
sido cancelada, sobre todo teniendo en cuenta las mentiras que dijo la empresa,
que incluso salió en la televisión nacional para afirmar que su producto era
"perfectamente seguro" cuando evidentemente no lo era. También vale
la pena señalar que de los diez mayores fraudes corporativos al consumidor
perpetrados en China en los últimos años, ocho de ellos
fueron realizados por empresas americanas como P&G, OSI, Nike, GSK, KFC. (3) (4)
En un caso similar, los medios de comunicación
occidentales informaron estridentemente, hasta la saciedad, de que "un abogado chino de derechos humanos" había
sido encarcelado por "el Partido Comunista",
supuestamente por ser un abogado chino de derechos humanos. Una vez más, China
mala. Pero una vez más, no fue exactamente así.
Es cierto que este abogado había actuado en una o
dos ocasiones para alguien que tenía una queja sobre el sistema, la historia
que se tejió en la prensa sionista occidental de que fue injustamente arrojado
a la cárcel por atreverse a asistir a un desafío contra la "autoritaria, totalitaria y brutal" "dictadura china" y, peor aún, por atreverse a
desafiar la tambaleante posición del Partido Comunista de China que exterminaría
a cualquiera en aras de mantener su "débil control
del poder". En sólo un artículo de los casi 100 que leí sobre
este caso en particular en la prensa occidental, no había siquiera una
sugerencia de una circunstancia atenuante. En un solo artículo, la última frase
hacía una vaga mención de pasada a "un problema
fiscal".
Ese "problema fiscal"
era algo más que nada. En China hay varias clasificaciones de recibos de
compra, de los cuales sólo uno es utilizable para las deducciones fiscales por
gastos de empresa. En muchos países occidentales, incluso un recibo de caja
registradora es utilizable a este respecto, pero en China debemos tener un
recibo oficial que tenga un sello del gobierno. Como estos recibos equivalen a
un crédito fiscal del 25%, son valiosos y a veces se negocian. Si tengo recibos
oficiales de impuestos que mi empresa no puede utilizar, puedo vendérselos al
10% de su valor nominal y usted puede ahorrarse el 15% del impuesto de
sociedades. En este caso, este "abogado de derechos humanos" y cuatro
de sus amigos, todos abogados, habían estado dirigiendo un negocio en el que imprimían
recibos fiscales falsos y se los vendían a empresas desprevenidas, en total por
valor de más de 300 millones de dólares. Los cinco fueron detenidos y
encarcelados, pero, según los medios de comunicación sionistas, este abogado
principal (solamente) no fue encarcelado por los tribunales, sino por "el Partido Comunista", y no por un fraude
masivo de falsificación, sino por defender a pobres y desamparados que eran víctimas
de los salvajes comunistas. Cuando los occidentales sólo tienen una dieta diaria
de artículos como éste que les presentan sus medios de comunicación más
confiables, ¿cómo es posible que alguien entienda con precisión algo sobre
China?
China es famosa por sus bajos índices de
delincuencia. Ciudades como Shanghai y Pekín, junto con Tokio y Singapur, están
a la cabeza del mundo en casi todos los aspectos de la seguridad personal. He
viajado por casi todos los rincones de este país, desde las ciudades más
grandes hasta las zonas rurales, a la luz del día y en la noche más oscura,
solo y acompañado, y en 15 años puedo decir sinceramente que nunca he tenido la
más mínima preocupación por mi seguridad personal, y de hecho nunca se me había
pasado por la cabeza este pensamiento.
En este contexto de ausencia de delincuencia, China
ha dejado de lado los cheques y las tarjetas en favor de un sistema universal
de pago por teléfono móvil, pero sigue siendo en cierto modo una sociedad de
dinero en efectivo, que sorprendentemente sigue utilizando billetes para muchas
grandes transacciones. En cualquier ciudad de China vemos a diario a gente
haciendo cola ante un cajero automático, esperando pacientemente mientras una
persona introduce enormes fajos de billetes en la máquina, 10.000 RMB cada vez,
y la pila de dinero en efectivo suele superar los 50.000 dólares. Se trata de
una transacción tan común que todo el mundo la ignora por completo. En los 15 años
que llevo en China, nunca he oído que hayan robado a nadie en un cajero automático.
Los gobiernos urbanos de China suelen expropiar para
su reurbanización terrenos del centro de la ciudad que contienen viviendas
viejas y ruinosas, lo que lleva a los medios de comunicación occidentales a
denunciar el "desplazamiento brutal y autoritario"
de los ciudadanos, pero, una vez más, esto no es exactamente así. Estas viejas
viviendas no son patrimonio, sino en su mayoría miserables y empobrecidas
casuchas de una sola habitación que comparten una cocina y un baño comunes,
donde las ventanas y las puertas gotean con el viento y la lluvia, y carecen de
calefacción y aire acondicionado. Los gobiernos locales trasladan a toda una
pequeña comunidad urbana a un suburbio en el que han construido preciosos
edificios de apartamentos nuevos que se le entregan a la gente de forma
gratuita. Las nuevas viviendas son apartamentos de uno o dos dormitorios,
construidos con un buen nivel de calidad, con aseos, baños y cocinas de verdad,
mucho más bonitos de lo que estos ciudadanos desplazados podían esperar. Quien
no quiera mudarse, recibirá una suma en efectivo por su antigua vivienda, pero
dado que la vivienda urbana es muy cara, aceptar la nueva casa es la opción
universal. De forma similar, el gobierno nacional chino ha construido
recientemente más de 60.000 nuevas viviendas en el Tíbet, entregadas
gratuitamente a la población, para sacarla de la pobreza, reunirla en
verdaderas comunidades y ayudar a proteger el medio ambiente. Los medios de
comunicación occidentales se negaron unánimemente a informar de ello.
Además, en el caso de la vivienda, los gobiernos
nacionales y municipales de China toman medidas para moderar los precios de las
casas, basándose en la premisa comunista dictatorial de que las casas son
hogares para vivir, no "activos para especular y
lucrarse". En los grandes centros las viviendas son bastante
caras, mucho menos en los suburbios y en las ciudades de segundo y tercer
nivel, pero aun así cerca del 90% de los chinos son propietarios de sus casas y
cerca del 80% de ellas están totalmente pagadas. Las hipotecas bancarias son
poco comunes en China, aunque están creciendo en cierta medida. A los chinos no
les gusta "la sensación" de estar
endeudados y el ADN chino contiene una alta tasa de ahorro, lo que lleva a que
los pagos iniciales de la vivienda sean normalmente del 40% al 50% y el resto
se le pida prestado a la extensa familia y se devuelva sin intereses a lo largo
del tiempo. China es el único país que conozco en el que una pareja joven puede
pedir dinero prestado para la compra de una casa a sus tíos, primos o abuelos,
y pagar en efectivo su primera vivienda, y las parejas de bajos ingresos suelen
poder comprar viviendas subvencionadas por debajo del coste al gobierno o,
sorprendentemente, a muchas empresas estatales que construyen viviendas de bajo
coste con sus excedentes de beneficios. El socialismo en su máxima expresión.
En este mismo sentido, escribí en mi artículo sobre
el Socialismo que en Xi'An hay una escuela con uno de los mejores campus del
mundo, con hectáreas de hierba verde, una piscina olímpica, jardines de flores,
preciosos condominios y residencias adosadas para el profesorado y los
estudiantes. La escuela se construyó con los beneficios sobrantes de una
empresa tabacalera local de propiedad estatal que quería darle algo a la
comunidad. La empresa no sólo construyó la escuela, sino que paga los gastos
anuales de funcionamiento.
Además, en el caso de la vivienda (y en otras
compras importantes), a los chinos no les gusta la sensación de comprar nada
que sea usado, lo que se aplica a las viviendas, los automóviles y los grandes
electrodomésticos. Si los chinos compran un coche usado, será un primer coche y
como máximo de uno o dos años, el resto desaparecerá en las zonas rurales como
transporte temporal pero asequible. Si un chino compra una casa de segunda
mano, su primer acto es vaciar completamente el interior, dejando toda la
vivienda al descubierto y reconstruyendo toda la casa para hacerla "nueva", esta renovación simplemente se da por
sentada como parte del coste de la compra.
Volvamos por un momento a las facturas impagadas de
los servicios públicos. En Occidente, las compañías de servicios públicos
suelen cortar la electricidad o el gas inmediatamente en la fecha de
vencimiento, y luego cobran al propietario una importante cuota de reconexión,
una penalización financiera y un interés adicional sobre la cantidad adeudada.
Esta dura actitud se deriva, sorprendentemente, del retorcido cristianismo
occidental, en el que, según los banqueros, uno ha cometido un pecado -una
ofensa a Dios- al no pagar su factura a tiempo y, por tanto, "merece" ser castigado. La compañía eléctrica
no te corta la luz porque necesite el dinero, sino porque quiere castigarte,
hacerte sufrir por tu transgresión contra el dios del dinero. Los chinos, al no
estar infectados por esta versión sacrílega de la religión, no pueden
comprender la existencia de tal actitud. Occidente, en su afán por destruir a
China, no puede a su vez comprender el concepto de que la "libertad de religión" incluye intrínsecamente
la posibilidad de la libertad DESDE la religión. Pero los chinos tienen, de
hecho, lo que podríamos llamar una religión (además del budismo), que deriva de
Confucio, y que enseña la gentileza, el perdón y la comprensión. Confucio sólo
enseñó la reforma y la educación, nunca el castigo, al menos no en un contexto
civil. Esto nos lleva a la sorprendente pero ineludible conclusión de que los
chinos son mucho mejores cristianos que los propios cristianos.
Esta es una de las razones por las que China, con más
habitantes que los Estados Unidos y Europa juntos, sólo tiene una milésima
parte de sus abogados. La manera china de resolver los conflictos es mediante
la discusión y la negociación, nunca por la fuerza. Esto es tan cierto que en
muchas comisarías de policía de China, la primera sala que se ve al cruzar la
puerta es una "sala de negociación"
o una "sala de resolución de conflictos".
La policía moderará muchas formas de disputas que pueden ser potencialmente
resueltas sin la presentación de cargos penales o demandas civiles. La manera
americana, y de hecho la manera del hombre blanco, es llamar a la policía y
contratar a un abogado, razón por la cual los americanos gastan cada año más en
abogados que en la compra de automóviles nuevos. La manera china es mejor.
Este probablemente sea el lugar apropiado para señalar
que, aparte de las disputas fronterizas normales entre naciones vecinas, todas las guerras del mundo han sido iniciadas por los
cristianos y los judíos, siguiendo los pasos de su Dios, cuyo
mandamiento principal era "No matarás".
Por si no lo saben, China nunca ha iniciado una guerra con nadie, y la última
batalla del país fue una escaramuza fronteriza menor hace unos 50 años,
iniciada por la India y no por China.
Un indicio de la naturaleza socialista y humanitaria
inherente al pueblo chino es su actitud ante la innovación y la propiedad
intelectual, un poderoso punto de disputa entre China y el Occidente
capitalista. En Occidente, en años pasados, las patentes se concedían por un
periodo de sólo tres años, tiempo suficiente para que un inventor produjera o
vendiera su invento, y esto sólo para las creaciones consideradas socialmente útiles.
No había protección de patentes para los pechos de plástico de Barbie o el ridículo
"rectángulo con esquinas redondeadas"
de Apple.
Podemos pensarlo así: si me cuentas una historia
graciosa y se la repito a otra persona, no te ofendes si no te acredito como
"el dueño" del chiste y, de hecho,
te alegras de que mi apreciación haya sido suficiente con relatarlo. Esta es
esencialmente la posición china sobre la innovación. No se ofenden porque te
haya gustado tanto una creación como para copiarla y mejorarla, y en la vida
real, esta ráfaga de actividad de toda la nación que rodea a un nuevo invento
produce verdadera creatividad y desarrollo. La mayor parte de los nuevos
inventos son primitivos al principio, y requieren muchas modificaciones y
enmiendas para dar lugar a su forma perfecta final. En ausencia de los obstáculos
diseñados para la innovación y la competencia por las brutales leyes de
propiedad intelectual de Occidente, la forma natural china es permitir que una
nueva invención se escape a la población nacional, donde potencialmente
millones de personas contribuirán a la modificación y el desarrollo, lo que
resulta no sólo en una evolución asombrosamente rápida de un nuevo producto,
sino en su libre capacidad para beneficiar a toda la población en lugar de
estar celosamente restringida al beneficio egoísta de una persona. Esta es la
razón por la que las leyes de propiedad intelectual de China son mucho menos
agresivas que las de Occidente, especialmente las de Estados Unidos. La
preocupación natural, innata y profundamente arraigada de los chinos es el
beneficio de la nación, de todas las personas, y me preocupa que China se esté corrompiendo
por la avaricia viciosa inherente al capitalismo occidental, evidenciada por el
"endurecimiento" de su legislación
de PI.
Hay otro aspecto que merece la pena destacar: el
ritmo de cambio en China. Los países occidentales necesitaron más de 100 años
para industrializarse y pasar de las sociedades agrarias al desarrollo urbano,
mientras que China lo consiguió en unos 30 años, una generación. Cuando los jóvenes
chinos se casan hoy, quieren una casa nueva, un coche nuevo y unas vacaciones
en el extranjero. Cuando sus padres se casaron, querían una bicicleta, una
radio y una máquina de coser. He hablado con muchos chinos de treinta y pocos años
que me dicen que cuando se graduaron en la universidad hace sólo diez años no
podían imaginar tener una casa nueva, un coche y unas vacaciones en Europa sólo
diez años después. Un cambio tan enorme producido en una sociedad con tanta
rapidez crea, naturalmente, muchas tensiones, y es un gran mérito del gobierno
nacional de China y de la extraordinaria calidad de sus dirigentes que estas
tensiones se hayan gestionado manteniendo una poderosa coherencia en la
sociedad china, siendo las excepciones en su mayoría menores.
Esto es tan cierto que, sistemáticamente en todas
las encuestas, al menos el 85% y a menudo el 95% de la población expresa una
gran confianza en su gobierno y apoya sus acciones. (5) El NYT publicó recientemente un editorial que debió
atragantárseles al escribir, pero que admitió a regañadientes que los chinos
apoyan ampliamente su sistema de gobierno y que parece funcionarles muy bien.
En un artículo de la revista The Economist, el escritor, profundamente
conmocionado, lamentaba el hecho de que "un
porcentaje desconcertantemente alto de la población china parece estar muy
contenta con su gobierno". Hace unos años, los americanos,
descreídos de estas estadísticas, intentaron provocar en el pueblo chino una
"Revolución del Jazmín", inundando
las redes sociales chinas con un llamamiento a congregarse en Wangfujing, en el
centro de Pekín, para protestar contra su "brutal
gobierno totalitario". Por desgracia para los americanos, los
chinos no tenían ese interés y nadie se presentó a protestar. El único
participante fue el entonces embajador americano Jon
Huntsman, que acudió a ver los resultados (inexistentes) de su obra,
y que fue reconocido y ridiculizado de tal manera por los compradores presentes
que puso el rabo entre las piernas y corrió a esconderse. (6)
Sin embargo, debido a la rapidez del cambio social,
es posible que en la China actual se vean restos de la generación anterior
mezclados incongruentemente con los de la nueva era. Esto significa que la
imagen que se tiene de China puede estar muy condicionada por el enfoque que se
le dé. En efecto, el gobierno nacional ha sacado de la pobreza a 800 millones
de personas en muy poco tiempo, pero todavía podemos encontrar bolsas de
pobreza simplemente porque no es posible hacerlo todo al mismo tiempo. Así, en
una estación de ferrocarril de algún lugar, podemos ver de un solo vistazo los
más elegantes y rápidos trenes de alta velocidad de quinta generación de 350
Kms/hora junto a un tren de primera generación de 50 Kms/hora. Cuando coexisten
simultáneamente generaciones totalmente diferentes, podemos observar cualquier
sector y encontrar pruebas para demostrar cualquier punto que queramos probar. Los que quieren desprestigiar a China simplemente elegirán un
punto focal que sitúe al país en una situación desfavorable y lo presentarán
como la condición básica de todo el país.
*
Los escritos del Sr. Romanoff
se han traducido a 30 idiomas y sus artículos se han publicado en más de 150
sitios web de noticias y política en idiomas extranjeros en más de 30 países,
así como en más de 100 plataformas en inglés. Larry Romanoff es consultor de
gestión y empresario jubilado. Ha ocupado altos cargos ejecutivos en empresas
de consultoría internacional y ha sido propietario de un negocio internacional
de importación y exportación. Ha sido profesor visitante en la Universidad
Fudan de Shanghai, presentando casos prácticos de asuntos internacionales a las
clases del último año del EMBA. El Sr. Romanoff vive en Shanghai y actualmente
está escribiendo una serie de diez libros relacionados generalmente con China y
Occidente. Es uno de los autores que contribuyen a la nueva antología de
Cynthia McKinney "When China Sneezes"
(Cuando China estornuda), Cap. 2 "Tratar con Demonios".
Puede verse su archivo completo en
https://www.moonofshanghai.com/
and
http://www.bluemoonofshanghai.com/
Puede contactarse con él en: 2186604556@qq.com
*
Notas
(2) John Bussey | The Wall Street Journal
(3) El escándalo de China le cuesta cientos de millones al Grupo OSI
(4) El gigante farmacéutico
se enfrenta a un ajuste de cuentas cuando China apunta
a los sobornos
(5) http://www.unz.com/article/should-we-compete-with-china-can-we/
(6) La Revolución del Jazmín en China: policía
pero no manifestantes
Copyright © Larry Romanoff, Moon of Shanghai,
Blue Moon of Shanghai,
2021